De oca a oca… y ¡hoy, tampoco toca!
Si es que ya no dejamos nada al azar.
Yo después de 15 años de noviazgo y siete de catequesis
matrimonial, me casé, como dios manda: por la Iglesia. Bueno porque lo manda
Dios y María de las Santas Reliquias del Corazón de Jesús, que así se llama
Ella. De apellido, simplemente Pérez.
Aunque le llamamos “Santa”, por acortar.
La de sorpresas que te da la vida. Horas antes de la boda, (no
habría tenido días para decirmelo, digo yo) me llama para decirme,: “Tengo algo
muy importante que confesarte sobre mí”.
Me temblaban las canillas, cuando por fin me soltó que era
del O´pus. A mí aquello me sonaba a grano virulento y seborreico, y me asusté. Sí,
llámenme ignorante. Consulté a mi sobrino que tiene 5 años pero es superdotado
y me explicó que eso del O´pus es como una secta, pero legal, porque lo llevan
los curas.
Y me tranquilizó.
Lo malo ha empezado después con la idea de Santa de la
concepción, o sea, que mi mujer quiere tener hijos. Señaló que un tal Jose María,
uno de sus jefes o escribano o algo así, exponía que “el lecho conyugal es como
un altar” y aquello que mi Santa me venía repitiendo durante cinco años de
matrimonio, noche sí y noche también: “el
fin de la sexualidad es la reproducción.”
De todos modos, al llegar a la cama ya se me habían ido las
ganas.
Cuando rezas tres avemarías y un credo, antes del acto, la libido
baja considerablemente.
Bueno, pues desde hace unos cuatro meses, mi Santa va y asegura
que ya está preparada para tener descendencia. Y a mi, me dieron ganas de
llorar de la emoción.
Craso error.
No dejó nada al azar. Y eso, jode.
Porque mis amigos, me felicitaban con un sarcasmo sin
precedentes y coincidían en que lo mejor de ir a por un bebé, eran los previos,
el calentamiento, vaya… y que por fin me iba a hacer un hombre.
Pero me quedé de un bloque, cuando esa misma noche, ni se
había quitado el camisón largo, ni desabrochado el botón del cuello, no se
busqué en vano algo que me diera una señal, un indicio pero nada de nada.
Después de la hora y media de rezos, me acerqué a ella,
disimuladamente, intenté tocarle el tobillo subiendo ligeramente la tela, con
mi pie derecho y me soltó: ¿se puede saber qué haces? A lo que respondí, que
intentar ir a por nuestra descendencia, como manda el opus.
Entonces, lo sacó.
¡El maldito test de ovulación Predecible!. Según aquello-me
aclaró- acababa de tener sus días fértiles, y hasta el mes siguiente, no
tocaba.
Con semejantes argumentos, no tuve otra opción. Pero yo
también tenía los míos: Ya no tenía sueño y solo quería divertirme un poco. Hacer
algo distinto, juntos.
Ella me escuchó y finalmente sonrió, comprensiva.
¿Así que te apetece diversión, picaruelo? ¿Te apetece jugar
un poco conmigo?
Mis ojos se salían de las órbitas y grité como un poseso: ¡Sí,
sí, siiiiiii!
Se levantó de nuestro altar/barra/ lecho conyugal, y pude
escuchar a lo lejos, el tintineo de hielos en los vasos. Puso música suave, la de
los Panchos.
Me temblaban las manos al desabrocharme el pijama. Cuando
llegó, yo estaba desnudo, y sin previo aviso, puso sobre la cama el tablero.
-
Pero… ¿qué es esto?- fue lo que acerté a decir.
-
La oca, me respondió.- Venga, ¿quién empieza?.
HI:
ResponderEliminarGracias por dejar un comentario en mi blog. Había estado aquí antes y confieso que me gusta muchísimo este blog. ¿Donde voto?
John.
hola John, me alegra que te guste y si quieres votar, arriba de esta misma pág. a la derecha hay un enlace que pone "si te gusta, vótame". Muchas gracias, seguiremos combinando literatura y humor! ;)
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